"Caissa es una joven diosa a quien mitológicamente se le atribuye la creación del ajedrez. Esta diosa se entretenía haciendo predicciones sobre el porvenir. Viendo cómo serían los ejércitos del futuro decidió crear un juego en el que para ganar no fuese decisiva la fuerza, si no la inteligencia y el valor. En el juego intervendrían dos ejércitos, uno blanco y otro negro, cuya misión era aniquilarse el uno al otro; la batalla se desarrollaría sobre un tablero dividido en ocho casillas por lado y alternativamente de color blanco y negro. Cada bando contaba con ocho soldados, dos castillos, dos caballos, dos obispos (alfiles), una reina y un rey. Los soldados o peones tenían la habilidad de andar dos casillas en su primer avance, pero recibían una maldición que les impedía matar a los soldados enemigos que estuvieran enfrente suyo. Sólo podrían capturar a los que estuviesen en la casilla más próxima en diagonal. Las torres tenían la sagrada misión de defender al rey, pero sólo podrían mover en horizontal. Los caballos poseerían la habilidad de saltar por encima de las murallas enemigas, pero sólo podrían mover dibujando una “ele” en su salto.. Los alfiles representan obispos y no matan en nombre de la religión sino de su monarca. Por su gran crueldad reciben la maldición de poder moverse sólo por las casillas de un mismo color, en diagonal. La reina, fue hecha a imagen de la diosa, por lo que se convirtió en la pieza más poderosa del tablero. Y el soberano fue creado a imagen de los grandes guerreros que habrían de surgir, pero al ser el elemento más importante y frágil recibió la maldición de no poder acercarse a una casilla del rey adversario, teniéndose que mover paso a paso.
Tras crear el juego Caissa resolvió esconderlo para que no lo viesen y lo destruyeran. Como ignoraba cuál sería el mejor sitio para esconderlo decidió elegir cualquier lugar de la Tierra. Lanzó el juego y fue a caer en la India. Cuando los indios lo descubrieron quedaron impresionados. Intentaron jugarlo de varias maneras, pero siempre había desacuerdos entre los jugadores. Cierto día decidieron establecer reglas que debían se respetadas por todos los jugadores.
Pasaron muchos años desde que Caissa había lanzado el ajedrez a la Tierra, y decidió recuperar su juego para mostrarlo en su país, pero cuando supo que el juego ya era muy conocido y jugado decidió protegerlo, convirtiéndose en su musa y dejándolo definitivamente en la Tierra para que todo el mundo pudiera gozar con la belleza que encierran los trebejos y el tablero arlequinado".