Ateneo de Córdoba. Calle Rodríguez Sánchez, número 7 (Hermandades del Trabajo).

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La Divisa, de Papi y Cahue

De Ateneo de Córdoba
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La Divisa, de Papi y Cahue

Ficha
Autor Papi y Cahue
Género Poesía
Fecha de publicación 1979
Precedido por Poesías
Seguido por Al lucero del alba


Sexto cuaderno escrito por Papi y Cahue. La Divisa es un poema escenificado en 1979 por el Grupo Trápala en el Teatro de la Axerquía de Córdoba, con Antonio Muñoz El Toto al cante y Antonio Díaz a la guitarra.

Fragmento de La Divisa

(¡Silencio! Vamos a escenificar la obra. Estamos en ese extremo del universo donde se afilan las uñas seriamente. Prestos a saltar del verso aletargado al otro puente roto del silencio. Cerca de todos y lejanos.)

(Manuel José García Caparrós. Málaga, 1977, 4 de diciembre. Autonomía con divisa verde… y blanca)

y verde
y roja
y roja
y negra
y negra
y hambre
y hambre
y sangre
y gualda
y gualda
y gualda

(Martinete)

En un fondo de carbón
la luna roja ondeaba.
No, que la luna era verde.
¡Silencio, la luna es blanca!
Nos dieron una bandera
a estrenar con nuestra sangre,
no llaméis a la justicia
mira que no vendrá nadie.
Ay qué dolor,
que se han olvidao del crimen
y eso no tiene perdón.

(¡Que vengan los actores! Los malos, marginados, los fuera de la ley. Incluso los poetas ¡Sí!, un papel también para el poeta y que lo haga llorando. El que nadie quiera, el más oscuro llanto-papel para el poeta.)

No se trata de un sueño
y sin embargo esto es un sueño.
Todo encendido
como una enorme acuarela dulce
y sangrando el ocaso
el cielo verde y los árboles y el viento
blancos.
Se siente la vida en este sueño.
¡La vida y la muerte en todos lo colores combinados!
Y aún queda mucho sol fuera de los relojes.
No se oye el viento aquí
para dejar oír pasar a los fantasmas.
Cosas viejas, palabras arrancadas ayer
de las memorias y…
¡Esto es un sueño!
Los ídolos caen como a cámara lenta y
antes de llegar al suelo
han sido sustituidos.
Se tambalea la luminosidad del aire,
se inclinan las conciencias
y se hacen más que nunca
incomprensibles las verdades.
Ya no quedan más que los poetas en la calle.
¡Sólo es un sueño!
Los poetas han amontonado los niños
en las ciudades y muestran una bandera blanca.
¡No! ahora es roja.
Pero estamos seguros que era blanca.
Pero ahora es negra
y sólo quedan cuatro poetas
y un verso partido en el asfalto.
Y un andaluz partido por las balas.
De nuevo el hombre ha vencido,
el hombre perdió de nuevo.
¡Han vencido!
Las fábricas funcionan como siempre
y ahora se canta un himno sin ganas
sobre las máquinas.
No se oye bien.
Es algo como de tiempo triste
el tono de las voces.
Victoria vacía o Apocalipsis.
La letra está compuesta perfectamente
por una computadora
y sólo quedan en la calle cuatro poetas
y un verso partido en dos sobre el asfalto.

(Los poetas han vuelto a las andadas. En mi sueño hay cuatro sillas y un vaso de sangre volcado justo debajo de la ventana.)

Los andaluces hablamos a oscuras
porque la luz se escapa de nuestra tierra.
Estamos creciendo como gigantes borrachos
hasta la altura explosiva
capaz de aplastar como un insecto el planeta.
Si yo fuera cupido
mandaría desde la luna
un dardo teledirigido
al corazón de la tierra.
Dice el calendario
que en mi tierra es primavera.
Dos mentiras impresas.
Me gusta esta bandera
porque de noche nadie puede verla.

(La aurora los va dispersando. El frío cotidiano aumenta y aún sigue la luz artificial que enseña a las sombras el camino ancho de los cementerios. Y las venas de cemento distribuyen por los centros de trabajo los cuerpos impregnados de sueño.)

¡De este sueño!
¡Qué suerte que sólo sea un sueño!
Desde este escenario se ve todo claro:
las calles bien barridas,
bien limpias y por todas partes
las esquinas rectas,
verticales, impecables.
Rectas las corbatas
los cuerpos, los semáforos…
La vida dirigida por rectas marciales,
el culto a la línea perfecta,
la suprema verdad.

(Pero estas cosas sólo pueden soñarse, por eso no me extraña que esta noche haya muerto otro andaluz)

Asesinado como siempre en los sueños,
en uno cualquiera de los sueños
Ha muerto y es normal que haya muerto.
La vida sigue su curso normal.
La recta en pie.

(Amanece. El cielo parece un cenicero enorme. Ha muerto y es normal que haya muerto, pero por qué en este sueño no suena siquiera una música fúnebre?)

No hay siquiera tristeza en su cortejo porque no hay cortejo.
No hay piedad en este sueño.
Ha muerto anoche y ya nadie lo recuerda.

Los poetas desnudan y cargan al muerto. Lo pasean por la ciudad.

¡Señores! ¿Es suyo este muerto?
O suyo, señora?
¿De vuecencia, señor?
¡Militares!, de ustedes?
O es vuestro, obreros?

(Nadie ha dicho nuestro. El cuerpo descansa desnudo en la fuente. Milagrosamente las luces se han apagado. Le han puesto un sudario de agua y Venus aplaude.)

Los gusanos: ¡Nuestro, nuestro, nuestro!

(Tangos)

Tengo encallecida el alma
de tantas vivencias negras
que alimentan fieras ansias
de justicias siderales.
Me rebelo contra ti
criminal instituido,
clamo contra los verdugos
dóciles y bienmandaos.
Hablo por ti y desde ti
España prostituida
tan amada y tan perdida
que estás sembrada de miedo.
(Fragmento)

Galería de sonidos

Archivo:03 La Divisa-Martinete.ogg Archivo:04 Tengo encallecida el alma-Tangos.ogg